El Parlamento andaluz acaba de aprobar la reforma del Estatuto de Autonomía de Andalucía. La polémica sobre la denominación de Andalucía copa el debate. Los medios son ocupados por políticos y expertos tertulianos. Empresarios y sindicatos logran introducir sus valoraciones sobre los aspectos sociales y laborales de la Reforma.
Pero ¿y el resto de la sociedad civil?: ¿no tiene nada que decir? ¿No era la nueva realidad de la globalización y los inmensos cambios que trae asociados uno de los motivos esgrimidos para la Reforma? ¿Y el reto de la inmigración que no existía hace 25 años? ¿Y los déficits sociales que aún existen en Andalucía? ¿Dice algo el Estatuto sobre estos temas de la agenda de la sociedad civil? ¿No tienen una palabra al respecto las ONGs, los movimientos sociales, las asociaciones de vecinos? Una vez más se constata la sempiterna debilidad del tejido social andaluz, de nuestra sociedad civil. El reto pendiente no es ser una nación: es llegar a ser un pueblo.
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