23 de mayo de 2006

Proceso de Paz, Proceso de Diálogo



Soy consciente de hasta qué punto sienten repelucos muchas personas, cuando oyen hablar de "proceso de diálogo" con ETA. Y, naturalmente, es una reacción explicable y comprensible, pues su miedo es que el llamado "diálogo" acabe siendo la vía por la que los terroristas consigan lo que llevan persiguiendo muchos años con el terror, la sangre y la muerte.

El mensaje que cala es: si al final se les da lo que quieren, el terrorismo habrá sido eficaz, y esto puede ser una cadena sin fin. Y yo entiendo que muchos ciudadanos de calle piensen y sientan esto; como, digo, es perfectamente razonable.

Ahora bien, el político profesional (ya sea en el Gobierno o en la Oposición) tiene como tarea exclusiva el bien común, en este caso, la consecución de la paz. Y como estamos hartos de oir, "no hay camino para la paz, sino que la paz es el camino". Es decir, independientemente de qué haya que ceder o no ceder en un posible "pacto por la paz" con ETA, lo que no tiene explicación es negarse al diálogo. A mí, desde luego, no se me ocurre otra vía de solución. Y cuando nos hemos centrado en exclusiva en la otra vía (policías y jueces) ya sabemos quién pone siempre los muertos.

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