29 de junio de 2007

La lucha contra el mal

Como profesor de Secundaria he tenido que revisar el libro de texto, de la mayoría de las editoriales, de la "polémica" Educación para la Ciudadanía.

Matiz arriba o abajo, la mayoría giran en torno a las mismas cuestiones: la construcción de la persona, la familia, la convivencia cuidadana y escolar, la constitución española, los movimientos sociales, la participación democrática, la cooperación al desarrollo, la lucha por la paz y la igualdad, contra el racismo y la xenofobia, el enfrentamiento del adolescente a problemas como el alcohol, la droga, la sexualidad o la educación vial, etc, etc.

Desde mi punto de vista profesional, esa iniciativa, creo, va más por la línea de compensar el descarado fracaso de los famosos "Ejes Transversales" de los que hablaba la LOGSE (supuestamente, consistían en que la mayoría de los antecitados temas debían "atravesar el currículun"; dicho en cristiano, que todos los profesores, en las distintas materias, debían incidir en estos temas).

En la práctica, como muchos preveíamos, nada de nada de aquello: en la práctica docente, "uno por otro, la casa sin barrer".

Pues la Educación para la Ciudadanía recupera aquellos viejas temas, a los que añade algunos.

Pero por más que he revisado los textos con lupa, no he visto alusiones morales, ni intromisión en la educación moral del alumno (ésa en la que "no debe entrar para nada el Estado"). No hay enfrentamiento (ni directo ni indirecto)ni con la religión ni con la Iglesia,ni hay adoctrinamiento alguno, de ningún tipo.

Más allá, desde mi humilde punto de vista, de la necesidad imprescindible de que nuestros jóvenes reciban una orientación en todos esos temas (cosa que, a medio y largo plazo, tanto ellos como la sociedad agradecerán), aquí no hay ataque ninguno ni a la Iglesia, ni a la familia ni a la religión. Es rotundamente falso.

Tampoco es un "catecismo laicista". Así las cosas, yo le pido educadamente a los obispos que expliquen de dónde sacan sus furibundos ataques a esta asignatura. Y, ya de paso, que definan qué entienden ellos por "catecismo laicista".

Entiendo que el Episcopado, pidiendo a los padres que objeten contra esta asignatura, y reprimiendo duramente a los colegios católicos que sí van a impartirla, sí que están ejerciendo una indiscutible intromisión en el Estado, en el sistema educativo y en las conciencias de las familias.

¿No ha sido intromisión en la formación de la conciencia moral, lo que ha venido haciendo la Iglesia durante siglos? ¿No ha sido adoctrinamiento? ¿No es posible que si ella se hubiera dedicado a fomentar este tipo de educación (en lugar de "moralizar" la escuela hablando contra el preservativo, la investigación con células madres o el matrimonio homosexual, por citar algunos temas) quizá no hiciese falta ahora esta Educación para la Ciudadanía?

Cañizares, el obispo de Toledo, ya clásico estandarte de la Conferencia Episcopal, se ha vuelto a referir hace poco al tema, y ha vuelto a fomentar la "objeción de conciencia" contra la asignatura, aludiendo a una hipotética "lucha contra el mal". Más allá de comparaciones acerca de la no incitación, por ejemplo, a la "objeción de conciencia de los soldados españoles, cuando Aznar los mandó a la guerra de Irak" (en aquella ocasión, desde luego, no hubo, casualmente, intromisión en las deciisones políticas del gobierno del PP), lo que no podemos evitar, al oir el lenguaje del purpurado, es recordar a George Bush Jr, cuando "decidió democráticamente" la invasión a Irak, y habló de la lucha contra "el eje del mal" y puso de nombre a dicho exterminio, "misión justicia divina".

Demasiado parecido, en fin.

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