27 de febrero de 2008

El debate: la otra crónica

Quiero, desde aquí, compartir mi reflexión sobre el pasado debate entre Zapatero y Rajoy. Pero no iré al contenido del mismo (pobre y continuista, decepcionante en general) sino al fondo mismo de lo que significan este tipo de debates.

En primer lugar, observo que lo han convertido en un fenómeno sociológico y mediático de primera magnitud: desaparecen los problemas, desaparecen la España y el mundo real. Atención: silencio todo el mundo, que Zapatero y Rajoy (sobre todo Rajoy) van a rebobinar el discurso que llevan haciendo cuatro años. Ya no había nada más en nuestra vida: sólo el debate.

En los prolegómenos, yo no sabía bien si lo que iba a ver era un debate político o un Barsa-Madrid, pues la parafernalia mediática y propagandística lo presentaba con el mismo morbo (incluso el mismo lenguaje) que el derby clásico. Recuérdese a ZP diciendo que "se conformaba con el empate".

En los editoriales de prensa posteriores (algunos, como ABC, escritos ya ¡¡¡antes de que acabase el debate mismo!!!) se dedicaban bastantes espacios a comentar los trajes, peinados y gestos de los debatientes, en una especie de sacramental orgía de la forma, de la imagen y del márketing (¡qué razón llevaba Lipovetsky al definir la nuestra como "la era del vacío"!).Por lo que leímos en la prensa, los expertos asesores hacían el mismo o más hincapié, al preparar a los debatientes, en la imagen de los candidatos, que en el fondo o forma del discurso mismo.

Absolutamente nadie, ni antes ni después, ponía en tela de juicio la naturaleza "pretendidamente democrática" de dos debates electorales realizados por los mismos candidatos (como si fuesen los únicos que se presentan el 9M). No en vano advertía Sartori que la democracia formal (es decir, la nuestra) es el régimen de la tiranía de la mayoría. Y apostillo yo: de una mayoría que se autoperpetúa, habida cuenta del injustísimo sistema electoral español.

Y, finalmente, una preocupación acerca de la fomación democrática del pueblo español: la importancia de estos debates estriba en que de ellos depende quien nos gobierne los próximos cuatro años. Y digo yo: ¿es que la gente no tiene sus ideas claras y necesita comparar corbatas, peinados y ver "quién habla mejor" para decidir en qué manos ponemos nuestras vidas?

Ya en la época de Platón, los sofistas que llegaron a la polis de Atenas, afrimaban que no existe ninguna verdad, ningún bien ni ninguna justicia, y la cosa consistía en preparar a los candidatos en el arte de la oratoria, para que convencieran al público de las "verdades" que construían . ¿Fondo? ¿Contenido? ¿Valores? No existen. Ya lo dijo Max Weber, cuando habló de la "muerte de las ideologías".

Sólo me consuela pensar que, en esta farsa gigantesca, a algunos les haya hecho pensar el talante de Rajoy, volviendo a la mentira calumniosa de "Vd ha agredido a las víctimas del terrorismo". No sé a los demás, pero a servidor de Vds, estos debates no me ayudan a decidir a quién voy a votar;antes bien, contra quién voy a hacerlo.

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