18 de noviembre de 2011

A la nación, a los partidos y a la crisis

Estamos en el laberinto de la crisis, sin saber quién nos ha metido en ella ni por donde salir. Y lo peor es la alarma que nos acompaña día y noche: o cumplimos los dictados de Bruselas o vamos al abismo.


¿Quiénes han elegido a ese sujeto supranacional llamado troika (UE, FMI, BCE), para imponer sus medidas, retirar gobiernos y someter a pueblos? La soberanía nacional para ellos no existe, la democracia estorba, los derechos ciudadanos sobran, los políticos son corruptos e incompetentes.


Todo se ha complicado en unos años. Antes, con menos producción, con menos bienes, con menos coordinación europea, se llegó a crear el Estado del bienestar, no nos ahogaba la crisis. Ahora con más producción, con más tecnología y recursos aumentan la desigualdad y la injusticia, hay más pobres, más parados, menos derechos sociales. Y se ponen a explicárnoslo con palabras indescifrables: rescate, prima de riesgo, emisión de bonos, rentabilidad de los pagarés, tesoro público, subasta de letras, inversores, mercados, países que mantienen la triple AAA, etc.


Y nada dicen sobre el destino y objetivos del dinero que nos roban para rescatarnos, a quiénes beneficia. Les importa lo mismo, son ellos -sabios y expertos- los únicos que tienen acceso al Sancta Sanctorum de la economía, la única que nos puede salvar.


Oportuno, claro y valiente el diágnóstico del filosofo Emilio Lledó, en su artículo del El Pais (16-11-11): ésta es una política de mangantes, fruto del dominio de ciertas oligarquías, que no defienden lo público y sólo piensan en lo privado, que no pretenden sino ganar dinero y mantener su poder y desprecian a la política dejando fuera a todos los demás. Unos sinvergüenzas que, sin necesidad de armas ni ejércitos, tratan de dominarnos con una nueva dictadura: la económica. Dictadura ejercida por los países del Norte sobre los del Sur, antes en Latinoamérica y ahora en Europa.


Y el Sr. Rajoy lo ha dicho sumiso: cumpliré por encima de todo los mandatos de Bruselas y exigiré cuantos sacrificios y recortes hagan falta para aportar los 17.000 millones de euros y lograr que el déficit de la deuda en el 2012 no pase del 4,4%.

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