25 de enero de 2009

Aquí unos amigos, aquí los hechos

Arturo Burton
Taberna

Análísis del artículo de Bernard-Henri Lévy en El Mundo en su viaje a Israel.

Son muy notables las "equilibradas" observaciones de Bernard-Henri Lévy en su viaje a Israel y la Franja editadas por El Mundo. Pero de todas ellas me quedo con estas:

La primera. Bernard-Henri Lévy entrevista al piloto de un helicóptero israelí. Asaf le confiesa:

«Nada justifica la muerte de un niño. Nada. Por eso, cuando existe el riesgo, cuando, desde mi cabina, descubro que, al apuntar a un objetivo militar, puedo dar también a civiles, doy media vuelta y regreso a la base».

El filósofo se muestra escéptico, pero el piloto de buen corazón le convence. Le muestra hasta cuatro películas en las que se ve cómo toma la decisión de desviar misiles ya lanzados por él mismo contra terroristas palestinos cuando comprueba que el objetivo va acompañado de un niño, o que en su pantalla aparece un civil…

Bernard-Henri Lévy concluye:

«Está claro, para mí, que no todos los pilotos tienen los mismos escrúpulos. De lo contrario, ¿cómo explicar los demasiado numerosos e inaceptables baños de sangre? Pero que hay Asafs en el Tsahal (ejército), que los protocolos piden actuar más bien a la manera de Asaf y que, en definitiva, Asaf no es una excepción sino la regla, es importante decirlo. (Y lo siento por el cliché que pretende reducir el Tsahal a un montón de bestias que se ensañan con mujeres y ancianos)».

La segunda.Bernard-Henri Lévy comprueba sobre el terreno que la ayuda humanitaria entra en Gaza:

«Otro rumor del que, en este caso, yo mismo pude verificar lo infundado que era: el del «bloqueo humanitario»… En la frontera de Keren Shalom, en el extremo sur de la Franja de Gaza, por donde un centenar de camiones pasan, como cada mañana, ante la mirada vigilante de los representantes de las ONG. Harina. Medicinas. Alimentos para bebés. Mantas. Nada ni nadie, ni siquiera el habitual consuelo humanitario, puede atenuar, tanto aquí como en cualquier otra parte, el sufrimiento de las familias que perdieron a uno de los suyos. Pero los hechos son los hechos».

La tercera. Bernard-Henri Lévy visita con una unidad de elite israelí un barrio de Gaza. Reconoce que esa posición no es la mejor perspectiva y que no va a pretender haber captado "el espíritu de la guerra", pero

«Dicho esto, ofrezco mi testimonio. Desgraciadamente, los combatientes de Varsovia (se refiere al asalto nazi al guetto) no disponían de minas anticarro del tipo de la que acaba de explotar bajo las ruedas del vehículo que pasó 20 minutos antes que el nuestro… Y, por último, está claro que puedo equivocarme, pero lo poco, lo poquísimo que veo (edificios sumidos en la oscuridad, pero en pie, huertos abandonados, la calle Jalil al-Wazeer con sus comercios cerrados) habla de una ciudad abatida, transformada en una ratonera, aterrorizada, pero no arrasada en el sentido en el que lo fueron Grozni o algunos barrios de Sarajevo. Y esto es, una vez más, un hecho».

¿Qué debo concluir del trabajo de este intelectual francés? Lo siguiente:

Primero. Que el ejército israelí no está formado por una pandilla de bestias que se ensañan con mujeres y ancianos. De hecho, la mayoría son buena gente que disparan primero, preguntan después, y si ven que no tenían razón para disparar, desvían la trayectoria de sus misiles y sus bombas para que no afecten a civiles (es para lo que utilizan la altísima tecnología militar). Como en toda familia, algún bruto habrá, pero sería injusto generalizar.

Segundo. Que la muerte de civiles palestinos se debe solo a algunos militares díscolos que no cumplen a rajatabla los protocolos.

Tercero. Que la ayuda internacional sí llega a los palestinos. Es mentira (o rumor infundado) que exista "bloqueo humanitario". De hecho, miles de toneladas de medicinas y alimentos han sido introducidas "cada mañana" en la zona bombardeada, sirviendo a los sitiados, si no para atenuar su sufrimiento, sí para no morir de hambre, heridas o enfermedad.

Cuarto. Que el guetto de Varsovia quedó devastado por los nazis, como algunos barrios de Grozni y Sarajevo, y en cambio, en Gaza, quedan muchos edificios en pie y huertos abandonados pero productivos.

Quinto. Que debo considerar relevante informativamente hablando el testimonio de alguien a quien las fuerzas de elite israelíes han organizado un paseo por un barrio de Gaza, ciudad a la que no se deja entrar a ningún otro periodista.

Sí, es alucinante. Y lo mejor de todo, es que Bernard-Henri Lévy se compara con Camus.

Visto en Rebelión.
Lectura relacionada: La aventura gazatí del valiente Henri Lévy.

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