22 de enero de 2009

Es que van provocando

Tras leer en la prensa la reacción del moderado y siempre conciliador y pacífico Jiménez Losantos (por eso lo tiene contratado la iglesia), sobre la foto de Soraya en El Mundo, pensé al instante que quería escribir sobre ello, pues me atacaron infinidad de ideas relativas a dicho "evento". Pero, seguí leyendo la prensa y me encontré con esta perla del inefable Manolo Saco, que, tan sarcástico y genial como siempre, ya lo había hecho. Como soy absolutamente incapaz de mejorar a Manolo, y pensando siempre en el bien de los lectores de Enfoca, me vuelvo a tomar la licencia de transcribirlo, sin su permiso pero, seguro, con su total aquiescencia. Amigos: Os dejo con Manolo Saco.

Manolo Saco
Público

El sentido de la oportunidad ha abandonado definitivamente las filas del PP. Cuando a regañadientes empezaba a admitir que España es plural, en costumbres, paisajes y acentos, viene Montserrat Nebrera a reírse del acento de los andaluces. Cuando ya habíamos quedado en que posar en revistas era una frivolidad (siempre y cuando se trate de ministras del PSOE), viene el hombrecillo insufrible y desnuda su neurona de guardia en Vanity Fair. Y, lo que es peor, Soraya Sáenz de Santamaría posa como una diva, vestida de abundante Photoshop y ropa vaporosa, los pies desnudos (¡me pone!), para un dominical mundial.

No soy yo sólo quien advierte la inoportunidad de tal sesión fotográfica, sino el propio sustento sociológico del PP, la Iglesia Católica, que ve en la falta de recato en el vestir la causa de tanto ataque sexual a la mujer. Es decir, que gente como Soraya se lo está buscando, vamos. Ya lo dijeron varios jueces "de los suyos", que en sus sentencias encontraron como atenuante que la víctima de violación iba provocando.

En el recién clausurado VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado en México este fin de semana, el arzobispo de Santo Domingo avisó con insistencia que "la mujer está provocando que sea atacada, se está vistiendo mal, está provocando al hombre". Gente que viste como Soraya Saénz de Santamaría "desvalora su persona, su dignidad" y se expone a que "la usen como un trapo viejo", según el obispo auxiliar de Tegucigalpa. Y la franciscana Alexandra Marcillo -de mujer a mujer- aseguró que esas hembras a las que "se les ven las líneas" tienen la culpa de que las ataquen.

El obispo de Ciudad Juárez dio un paso más: "Antes no se podía concebir que una madre se bañara desnuda con sus hijos y ahora es lo más común". Este obispo, que no se llama Sigmund Freud sino Renato Ascencio, cree que esas imágenes "a esa edad no tienen la menor importancia, pero que con la malicia de su crecimiento, retomarán lo que vieron en el seno materno".

Estad atentos, pues el siguiente paso podría ser la prohibición de la lactancia materna, ya que el recuerdo de las tetas de la madre podría constituir una espoleta para el vicio solitario en la adolescencia, según la mente sucia y retorcida de un clérigo criado seguramente a biberones. Concretamente, si los pies desnudos de Soraya ya han hecho estragos en mí, un hombre hecho y derecho, ¿qué no provocarán sus escotes generosos en las filas de sus compañeros del Opus Dei?

Creo, pues, que lo de Soraya "enseñando las líneas" está muy mal, muy muy mal, y no porque haya sido una frivolidad ese posado fotográfico (a mí me encanta descubrir el lado femenino de las personas, incluido el de los hombres) sino porque está poniendo en peligro su integridad física. ¡Con la cantidad de católicos con calenturas que se sientan en los escaños del Congreso!

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