30 de enero de 2009

¿por qué lo llaman ética cuando quieren decir sexo?

Antonio Avendaño
Público

Una vez más, me han pisado la idea. Y como una, vez más, lo han hecho mejor de lo que yo lo haría, pues cedo mi sitio, encantado, a Antonio Avendaño que, con verbo afilado, irónico y claro como el agua, lo expresa perfectamente. Con Vds, Antonio Avendaño:

De igual modo que Fraga pensaba en el pasado que la calle era suya, la Iglesia piensa ahora que la familia es suya. Y que el matrimonio es suyo. Y, ya de paso, que el sexo no debe ser de nadie. Todo el maldito embrollo que viene organizando un grupete de familias y de jueces exageradamente católicos, con la complacencia del PP, se debe a que algunos de los manuales de la asignatura Educación para la Ciudadanía cometen el sacrilegio de tratar a los homosexuales como si fueran personas, ¿qué digo personas?, como si fueran ¡ciudadanos!, cuando todo el mundo sabe perfectamente que un homosexual es otra cosa, otra cosa respetable, eso sí, por supuesto, cómo no, faltaría más, todo lo respetable que se quiera, tan respetable que hasta puede ser considerado un hermano en Cristo, una oveja más del divino rebaño, pero ¡por Dios y por todos los ángeles y por la Santísima Virgen! no un ciudadano, carísimos hermanos, no un ciudadano, no alguien que pueda amar, casarse o criar hijos como una persona normal, ¡eso jamás!

Los objetores dicen sostener que el Estado quiere imponer una cierta ética a sus hijos, pero no saben lo que dicen, pues cuando dicen ética en realidad quieren decir sexo. El Supremo, sin embargo, ha hablado dando a Dios lo que es de Dios y al Estado lo que es del Estado. Ea pues, ha vencido la razón. Laicos, 1-Meapilas, 0. Vale. Hemos ganado. Oéee, oé, oé, oé. Y sin embargo… Y sin embargo queda en el ambiente un cierto regusto amargo, la sensación de haber dedicado ingentes esfuerzos a una victoria de gran importancia política, pero de discutible relevancia educativa. ¿Por qué discutible? Porque EpC es una asignatura cargada de buenas intenciones y sobre tales asignaturas siempre se cierne el peligro de acabar convertidas en una maría. ¿Habremos librado esta agria batalla por una futura maría? Dios no lo quiera.

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