12 de enero de 2009

El hombrecillo insufrible

¿Por qué tendremos que aguantar en España a gente de esta calaña (perdón por el ripio? Y no me refiero al inefable Manolo Saco, a quien le tomo prestadas sus palabras (atinadas, como casi siempre) sino al hombrecillo insufrible del que habla, el fascista y racista Aznar. ¡Y pensar que semejante "engendro político" nos gobernó nada menos que ocho años! Esto es una prueba de que España puede con todo: pudo con Franco y después pudo con el hombrecillo insufrible. Y hoy tiene capacidad hasta para resistir la COPE. Amigos, os dejo con Manolo Saco y su hombrecillo insufrible. ¡Qué repeluco!

Manolo Saco
Público

El hombrecillo insufrible ha dejado de pertenecer a la historia para ingresar de lleno en la historieta. El hijo discapacitado de los Bush, a punto de dejar la presidencia del gobierno de los Estados Unidos, ha decidido despedirse de sus principales aliados en Irak concediendo la Medalla Presidencial de la Libertad al ex primer ministro británico Tony Blair, al presidente Álvaro Uribe de Colombia y al ex primer ministro australiano John Howard. Y se olvida de su lacayo de las Azores, el muy desagradecido.

Pero esto se sabía a última hora de ayer. Mala suerte. Porque día antes José María Aznar, quizá para hacer méritos, declaraba su admiración, y tal vez amor, por el chico de los Bush a la muy sesuda revista Vanity Fair (no os perdáis la portada: "Kate Winslet se desnuda"). Lo más inteligente que el periodista le oyó decir es que Bush es un "gran estadista que vive la hora de la ingratitud". ¿Ingratitud? El pobre Aznar ni imaginaba el tamaño estratosférico que puede alcanzar la ingratitud, él que se arrastró para quedar inmortalizado en la foto de la ignominia. Y a pesar de todo, como digo, eso fue lo más inteligente que salió de su boca.

Donde rozó el desvarío fue cuando calificó la elección de Obama como "un exotismo histórico y un previsible desastre". Sabíamos de sus cualidades proféticas, como cuando anunció lo de las armas de destrucción masiva, su fino olfato político, como cuando insinuó que ETA estaba tras los atentados del 11-M, su capacidad de suplantación de personalidad, como cuando compró con nuestro dinero el cargo de conferenciante en la universidad de Georgetown y quiso comprar la medalla del Congreso, su machismo soterrado, su ego infinito. Pero este brote de racismo al más puro estilo fascista todavía permanecía oculto entre su melena con lolailos y su sempiterna bufanda. Fascista y racista, además de insufrible. Y para hacer méritos, se hace un hueco en las portadas de esa especie de Playboy para pijos, con glamurosas actrices desnudas.

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