12 de septiembre de 2008

Esperanza Aguirre contra los trabajadores

En Madrid se han celebrado algunas manifestaciones de personal docente y de padres (con escaso eco en algunos medios, que todo hay que decirlo) contra la decisión de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, de eliminar la educación infantil gratuita. El mensaje del alto cargo del PP está claro: quien quiera atención escolar infantil para sus hijos pequeños, que la pague.

Así a bote pronto, da la ligera impresión de que ni ella ni ninguno de sus allegados (familia, amigos o socios) han debido tener problema económico alguno para escolarizar a sus hijos en la Etapa Infantil.

Pero, sarcasmos aparte, vayamos al fondo de la cuestión: ¿por qué esta medida?, ¿qué pretende con ella, esta mujer "sencilla y cercana a los pobres"? La comentada decisión tiene muchos matices y consecuencias:

En primer lugar, podría argumentarse que estos señores del PP no consideran la atención escolar infantil tan necesaria o importante como para que suponga el más mínimo gasto social para la Administración Pública. Pero, entonces, ¿por qué todos ellos han escolarizado a sus hijos en dicha Etapa? La respuesta es obvia: porque la ven importante y necesaria y porque tienen dinero de sobra.

Pero, ¿qué pasa con todos esos colectivos de parados, mileuristas o malpagados que no pueden permitirse una guardería o un colegio privado? Pues mala suerte. Al fin y al cabo, no son (ni de lejos) el centro de las preocupaciones del PP ni de sus votantes. (No quiero ofender a ningún votante del PP, pero si lo fuera, a buen seguro que esta calculadora y fría señora no habría tomado esa decisión).

Con este tipo de medidas, Aguirre contribuye a acentuar la fractura social y la desigualdad desde la más temprana edad: las clases pudientes podrán escolarizar a sus hijos varios años antes que las más desfavorecidas. Y quien tenga alguna duda sobre la conveniencia de la escolarización temprana (y sobre las enormes ventajas que supone de cara a la adquisición de preconceptos que facilitarán el aprendizaje en la Primaria), puede consultarle, al respecto, a cualquier pedagogo o psicólogo escolar infantil.

Pero es que además, consideraciones pedagógicas aparte, la medida tiene otras consecuencias sociales: es bien sabido que, aparte de la cuestión académica, las guarderías tienen otra función, que su propio nombre indica. ¿Cómo podrán ir al trabajo las madres de la clase trabajadora (o, en su defecto, ir a buscarse un empleo) si no tienen solución para el problema de con quién dejar a sus niños pequeños? Vemos que, de nuevo, éste es un problema tan real como ajeno a la derecha y a las clases más pudientes.

Si la cuestión no se soluciona, todos sabemos que quien se quedará en casa (para cuidar a los hijos y para las labores del hogar) será la mujer, la madre. Con ello, reforzamos la tendencia machista de la estratificación laboral con discriminación de género y de clase económica: las mujeres con más facilidades para el acceso al mercado de trabajo, serán las más favorecidas económicamente, y al poder trabajar, esto incrementará su distancia respecto a las mujeres más pobres. Muy de derechas; en el fondo, muy coherente.

Pero aún me queda un interrogante: si la presidenta madrileña no pretende nada de lo dicho (esto es, que realmente sí está muy preocupada por la igualdad y la justicia social -disculpen, perdonen la risa-), entonces, ¿qué pretende con esa medida? Seguramente nos diría que contener el gasto social, ahorrar del erario público.

Pero, entonces, nos vemos obligado a preguntarle cuánto se ahorraría y a qué partidas presupuestarias iría destinado dicho ahorro. Porque, ¿no iría para favorecer las condiciones sociales y económicas de las clases media alta y alta, es decir, de sus votantes? También nos debería responder cuánto se gasta en financiar a las grandes empresas, o en exenciones fiscales a los grandes capitales, o en garantizar la seguridad de los mismos, o en apoyar a los colegios y hospitales privados, etc, etc.

Teniendo en cuenta que la Sra Aguirre se ha declarado públicamente, en muchas ocasiones, liberal económica, esto también nos confirma en cómo ve el liberalismo (de ella, de la COPE, de los obispos...) el problema de la atención a la clase trabajadora, y su sensibilidad con las capas más desfavorecidas.

En cierta ocasión, me dijo un viejo sindicalista (de los de verdad, de los que luchan por los trabajadores, y no de los liberados y pagados por el Estado) que él, siempre, cuando escuchaba alguna conferencia de algún alto cargo político, en el coloquio levantaba la mano y le hacía esta única pregunta: "Pero Vd cuánto gana?"

Así quisiera cerrar esta reflexión, resumiendo todas mis preguntas a Esperanza Aguirre en ésta:

"Sra Aguirre: pero ¿Vd cuánto gana?"

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