17 de septiembre de 2008

Esperanza Aguirre y la cadena perpetua

La presidenta del PP por la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, ha realizado unas recientes declaraciones en las que se manifiesta totalmente partidaria de la cadena perpetua, sólo revisable en casos excepcionales.

Su evidente excepticismo respecto a la reinserción social de los presos tiene, para mí, un cuádruple enfoque: jurídico, político, psicológico y antropológico:

Desde el punto de vista jurídico, sus palabras muestran que su concepto del Derecho Penal se basa más en el valor de la "protección social" o de la "seguridad" (propio de todas las teorías absolutistas y totalitarias, desde Thomas Hobbes) que en el de la "reinserción social" (más propiamente liberal y democrática, lo que prueba que lo único que a ella le interesa del liberalismo es su defensa del capital, del derecho ABSOLUTO a la propiedad privada y de la "supuesta" libertad de mercado). De este modo, creo que queda patente cuál es su concepción del Derecho y de la legitimación jurídica y filosófica del Estado.

Desde el punto de vista político, su negativa a aceptar la reinserción social nos pone claramente de manifiesto que, para ella, la cárcel es una institución indispensable para su modelo de sociedad. Así renuncia a cualquier proyecto ético de talante utópico, haciendo gala de un feroz "realismo político", al estilo maquivélico en estado puro.

Pero no sólo es que así las cárceles sean un elemento totalmente necesario en la configuración del Estado, sino que su postura le lleva a una irresoluble contradicción. Verán: aunque sólo fuese desde una perspectiva puramente egoísta (y desde un cálculo racional estrictamente económico), interesaría más empujar a la sociedad hacia la transformación de las políticas penitenciarias (más volcadas en la recuperación humana y psicológica de los presos, en busca de la reinserción) que mantenerlas como un simple mecanismo de justicia entendido como "el que la hace, la paga lo máximo posible", pues los presos convertidos (realmente, quiero decir) se convierten en personas de bien, que pueden aportar sus servicios a la sociedad y, lo que es muy importante desde el punto de vista presupuestario, en contribuyentes, Mientras que mantener a los presos de modo indefinido en la cárcel es un gravamen para las arcas del Estado, que nos cuesta el dinero a todos los ciudadanos de bien.

De manera que la buena señora, que no cree que la Administración Pública deba pagar la educación infantil de los hijos de las clases sociales más precarias, sí encuentra, no obstante, presupuesto suficiente para que mantengamos la manutención de los presos indefinidamente. Aparte (y he aquí lo más flagrante de su conradicción) de que, como ultraliberal que se define, reclama sin embargo un Estado que mantenga más cárceles y con más plazas y más dinero para ellas.

Desde el enfoque antropológico, su postura denota una concepción del hombre enormemente negativa y muy propia de las posturas más conservadoras y reaccionarias: el ser humano "no tiene arreglo ni solución alguna" (por eso es imposible cualquier ideal utópico).

El hombre es malo por naturaleza y por genética, y no por aprendizaje ni por cultura (Aguirre estaría así mucho más cerca de Hobbes y de todos los dictadores que de Rousseau, por ejemplo). Por cierto, que esta postura defensora de la "inmutabilidad de la naturaleza" es la que justifica también el machismo, desde el supuesto de que las diferencias de roles masculio y femenino estaría justificada por las diferentes naturalezas y genéticas del hombre y de la mujer, y no por la educación, el aprendizaje y la tradición cultural.

Y desde el punto de vista psicológico, las posturas obcecadas en la cadena perpetua o en la pena de muerte, obedecen más a psicologías personales caracterizadas por la sed de venganza que por la búsqueda de la justicia propiamente (la Filosofía Política del siglo XX ha demostrado de sobra esto). La psicología de la presidenta de la comunidad madrileña se nos revela así como justiciera y vengativa (y no tengo nada claro que ella no estuviera a favor de la pena de muerte, sólo que esto es demasiado impopular -nunca mejor dicho- para reconocerlo públicamente).

Pues así piensa y así es el cargo político del PP preferido por Jiménez Losantos, la COPE y los obispos. ¿Es casualidad o cuadra todo perfectamente bien?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso se arregla muy facilmente. Un violador "reinsertado" sale porque convence a psicólogos y jueces penintencarios. Hace daño a alguien conocido vuestro. Si vostros continuais pensando igual yo me alinearé con ustedes e iré en contra de Aguirre. Antes, por favor llamad al Padre de Mariluz y charlais con él sobre lo que le parece esta medida. Y los utópicos continúan arreglando el mundo con el sufrimento ajeno. Fantástico. Yo me apunto.

Sólo quien ama vuela dijo...

Eso, y la Constitución abolida ya.

Nada tiene que ver el caso Mari Luz con la reinserción. Te recuerdo que el asesino aún no había ingresado en la cárcel, de ahí la polémica con el juez Tirado.

Si te parece, en adelante cerramos el congreso (seguro que esto te gustará) y ponemos a todas las víctimas (menos a Pilar Manjón, esa no) a legislar. Si no funciona siempre podemos cerrar los juzgados y poner también a las víctimas a juzgar.

Pero todo esto va a salir muy caro, también podemos poner a alguien, llamémosle Generalísimo, que nos diga qué es lo mejor para nosotros y nos gobierne con mano dura, que es lo que necesitamos.

Anónimo dijo...
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