18 de marzo de 2009

Embestir contra lo público: Bolonia, valor y precio

Gorka Esparza
Idiota en Brobdingnag

Machado solía decir que “todo necio confunde valor y precio”. La cita, como es habitual, puede ser utilizada de forma interesada pero es la que me vino a la cabeza escuchando al ex ministro Salvador Sánchez-Terán, reconvertido en Presidente del Consejo Social de la Universidad, haciendo uso, cual obispo (quizás por reminiscencias de su pasado al frente de la Cope), de “La Verdad” sobre Bolonia y de sus bondades.


Que los estudiantes sean quienes están movilizados contra Bolonia no significa que sean los únicos que dudan sobre este proceso de convergencia europea, ni el hecho de ser “indoctos” devalúa sus opiniones sobre un proceso no negociado, mal explicado, y de rumbo incierto. Y es que, ni están todos lo que son, ni son todos los que están.


Bolonia despierta recelos también en otros sectores de la sociedad y de comunidad universitaria aunque no todos estén movilizados, o quienes duden mantengan posiciones antagónicas respecto al modelo universitario. Porque, más allá de las bondades de un proceso “bienintencionado”, hay elementos clave que pueden desvirtuar la finalidad de la convergencia europea e incluso hacerla perversa.


¿Quién financia Bolonia? Responder a este interrogante es probablemente la cuestión esencial porque su respuesta es sin duda alguna la que conlleva mayor carga ideológica y mayores consecuencias sociales, educativas y, no lo olvidemos, en relación a la precaria investigación. Sin financiación pública, sin un aumento de, al menos, el 2% del PIB, el proceso, o no es creíble, o lo que es peor, queda al albur de un mecenazgo que es contrario a la esencia de la enseñanza universitaria pública.


Hay titulaciones de sumo interés social que sin embargo son deficitarias. Y para eso hace falta una intervención pública decidida, encaminada a sostener a las universidades para que garanticen la docencia de dichos títulos.


Investigar hoy sobre los derivados salmantinos del leonés estojo, o el habla de Magallón puede ser tan relevante como estudiar la flora mielífera o sobre la deprivación olfatoria unilateral. Pero si no hay garantías de que la Universidad va a poder financiar todo lo que científicamente considere relevante, podría ocurrir que unas disciplinas sean condenadas al ostracismo y determinadas líneas de investigación se abandonen por falta de medios.


Parece contradictorio que los estudiantes se opongan a una revisión profunda de los métodos pedagógicos y de evaluación. Yo también lo creo. Ahora bien, apoyo sus reivindicaciones consciente de que imitar los modelos nórdicos, requiere de un marco legal y de una política económica claramente socialdemócrata. Y no parece que sean esas las intenciones de las administraciones, ni la de un Rector, empeñado en pasar por este proceso como Fabricio del Dongo por la batalla de Waterloo. Sin becas-salario que cubran los gastos educativos y los costes de oportunidad de ser estudiante, no pueden exigírsele al universitario determinados compromisos.


Desconozco si las autoridades académicas y quienes dirigen el proceso de convergencia europea han recapacitado sobre la exclusión que genera "esta Bolonia". Quizás consideren que, en función del valor, esté justificado pagar el precio. Mas me tranquilizaría saber que –contradiciendo a Machado- en la Universidad y su Consejo Social, de cada diez cabezas, solo alguna embiste, y el resto piensa.

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