27 de marzo de 2009

Orgullo y satisfacción

La huella de tu aliento
será mi aliento.
(Jesús Munárriz)

Sentir, en algún momento, que tus padres están orgullosos de ti es de lo mejor que tiene la vida. Al menos para mí.

Mi padre también era especial para esto. Cualquier buena noticia era acogida con un "¡hombre!" lleno de satisfacción, pero con una sonrisa anchísima y tierna que, a la vez, te mostraba su satisfacción por lo logrado y su convencimiento de que lo lograrías. Esa sonrisa era más cálida que cualquier abrazo.

Sé que muchos familiares, amigos y compañeros suyos han vivido la misma experiencia. En lenguaje psico-pedagógico diríamos que mi padre tenía mucha empatía.

Mi trabajo como profesor universitario me ha deparado, en este sentido, una gran ventaja con respecto a mis hermanos. Sí, la carrera profesional universitaria es muy larga y llena de incertidumbres, pero tiene muchos de estos momentitos dignos de orgullo: tesina, tesis, oposiciones... Orgullo y satisfacción cuando leí la tesis y, en el bar de la facultad, invitó a mis amigos y compañeros con su cálida sonrisa. Orgullo y satisfacción cuando aprobé la oposición, después de estar toda la mañana de un sábado pegado al teléfono, esperando la llamada que le confirmara lo que él ya sabía (y yo no), y en la cena posterior con mis hermanos. Orgullo y satisfacción... parece el discurso del rey en nochebuena.

Por eso este año, cuando he disfrutado de un nuevo éxito universitario-laboral, en mi toma de posesión como Titular de Universidad, le eché tanto de menos. Afortunadamente, gracias a su generosidad, guardaba en mi memoria tantas cálidas sonrisas suyas que pude hacerme una hoguerita en el corazón para vivir en la fría ausencia.

Dedicado a Miguel Ángel Olalla Mercadé, raíz de mi ser, en el día de su cumpleaños.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me uno personalmente a cualquier semblanza que se haga de Don Miguel Olalla Mercade; me uno con alegría y con honor. Y si tengo algo que agregar es que no sabría encontrar las palabras para ello. Probablemente, cualquier cosa que digamos de él, se quedará corta.
Miguel: te seguimos recordando y queriendo; y seguimos aquí dentro de un orden.

chemi dijo...

Siempre me quedará la pena de no haberlo conocido bien. De no haber escuchado sus opiniones sobre la economía, la política, las relaciones laborales. Su cerebro provilegiado que tanto aportó en el mundo de los aviones y sobre todo en el campo emocional. Basta ver a su hijos para darse cuenta de que significa ser un buen padre, un buen hombre. "Serenidad y Fimeza" siempre recuerdo las palabras que su hijo nos contó en estas mismas páginas hace ya mas de un año y que su padre le dijo cuando se presentó a las oposiciones. Hoy, mas que nunca todos los que estamos cerca de los Olallas debemos darle las gracias a Don Miguel porque su verdadera herencia está en el corazón de sus hijos y en la forma en que se relacionan con los demás y con la realidad. A mi amigo el investigador de los números te digo que he aprendido mucho de ti, de tu carácter, de tu templanza, de tu capacidad de cambiar de opinión. Eso, en mayor o menor grado es mérito también de este abogado laboralista y amante del cielo, del cine y del conocimiento en genral que, a aquellos que tuvieron la suerte de conocerlo les aportó lo mas importante que podemos dar en esta vida: a nostros mismos.
Un abrazo muy fuerte a los dos Miguel

Rebelion

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