10 de marzo de 2008

La niña de Rajoy

Somos muchos los que coincidimos en estas dos cuestiones: que no nos acaba de estusiasmar el resultado del 9M (me refiero a la brutar ascención y consolidación del bipartidismo) y que nos encantaría que acabase de una vez la crispación en España. En otras palabras, el PP (y cualquier otro) debería aprender la lección de cómo se debe ejercitar la oposición.

Parece bastante incontestable que la sociedad ha manifestado qué opinión le ha merecido la oposición del PP. El trabajo de acoso y derribo constante y pertinaz al Gobierno (sin la más mínima concesión, ni reconocimiento alguno al rival, ni autocrítica), el discurso rayano en la xenofobia, la inclinación hacia el extremo de la derecha, el posicionamiento en lugares retrógrados, clericales, e incluso franquistas; incluso la elección de un multimillonario como número dos de las listas (por no mecionar el sacrificio de Gallardón), han sido duramente castigados por la opinión pública española.

A esto hay que añadir la labor de tapón en el proceso de paz en Euskadi, la salida a la calle repetidas ocasiones para protestar contra una asignatura escolar, o contra el mismo aborto que Aznar mantuvo; la colaboración con la teoría conspiratoria del 11M, la crítica a los jueces (menos cuando sentenciaban de acuerdo con ellos), la continua descalificación del contrario (muchísimas veces con insultos), las meteduras de pata contra catalanes, vascos y andaluces, etc, etc, etc.

Pero creo honestamente que lo que más le ha molestado (y dolido) a la gente han sido estas tres cosas: la pérdida de credibilidad por parte de la oposición, la auténtica falta de educación y respeto, y el avivamiento constante y continuo de la crispación. Lo analizaré por separado:

La credibilidad del PP se ha deteriorado tremendamente por lo siguiente: es evidente que los españoles no desean la ruptura de España, ni un gobierno que se rinda ante ETA, ni una situación económica insostenible. Si la gente hubiese creído al PP, éste habría arrasado en las urnas. Lo que ha ocurrido no muestra ninguna opción de fe en Zapatero; sólo muestra que la gente no creía a Rajoy (ni a sus apoyos mediáticos) simplemente porque comprobaba que no era verdad casi nada de lo que decía.

La falta de educación y respeto se ha visto ostensiblemente en las calumnias y difamaciones que se han vertido contra el presidente del Gobierno: desde espetarle que "agredía a las víctimas del terrorismo" hasta acusarle de "resucitar a ETA" y de "obstaculizar la búsqueda de la verdad del 11M". Por no tener educación, hasta le ha faltado a Rajoy (el día antes de la jornada de reflexión) condolerse con el PSOE (al que no quiso dar el pésame) por el atentado del pobre Isaías. La mala gestión de ese pésame por parte de Rajoy (evitando reconocer que la víctima era socialista -lo que deslegitimaba toda su crítica a la política antiterrorista del Gobierno-) ha sido tan mala como la gestión de Aznar y Acebes del 11M, hace cuatro años. No aprendieron la lección. Y quien no aprueba, repite curso (en la oposición).

Y el atizamiento atosigante de la crispación social se vio en gestos que van desde el boicot a PRISA (inédito en ninguna democracia occidental) hasta el no desmarque de las posiciones más duras de cierta prensa (más amarilla que otra cosa). Hemos podido comprobar con horror cómo el PP se hacía eco del discurso ideológico de posiciones tan extremas como las de la COPE o LD, por citar dos ejemplos. Sin ir más lejos, esta mañana mismo (día siguiente - a escasas pocas horas del final de las elecciones-), un artículo de LD afirmaba que "España se va a tambalear por la revalidación de ZP", y Jiménez Losantos decía en la COPE que, en las dos últimas elecciones, el PSOE ha ganado gracias a dos atentados (???),

Si a todo lo anterior le unimos la tesis que algunos están defendiendo (suponiendo que sea cierta, que no lo sé), de que a los lobbies económicos y financieros europeos, el PSOE de Zapatero les está pareciendo una buena opción de moda (porque el PP se les queda absolutamente obsoleto), al PP se le abre un futuro incierto si no cambia de estrategia opositora. Y quizá lo primero que deba acometer consista en deshacerse de malas compañías como el sector más reaccionario de la AVT, Rouco y demás jerarcas afines, y prensa y asociaciones de cuño totalmente neoconservador.

Termino con cierto humor irónico, manifestando mi honda preocupación por la niña de Rajoy. Victoria Esperanza lo tiene crudo. De Victoria, nada de nada; y de Esperanza, poquita, puesto que han ganado lo masones proetarras y demoledores de España. La niña de Rajoy lo va a pasar mal: no va a encontrar trabajo ni vivienda jamás (cuando sea mayor) y va a pasar una infancia atroz: sin médicos que la curen, sin padres heterosexuales y sin sitio para escolarizarse. A este paso, la vamos a tener que meter de enchufe en un colegio concertado ultracatólico (pagado con todos nuestros impuestos), a ser posible, del Opus (donde no le impartirán EpC). Por ejemplo, en Altair. ¡Ah, no! Ahí no puede ser porque no admiten niñas. Un juez del Opus le cerró la puerta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Uish, el análisis me parece correcto. Si Rajoy estuviera mejor asesorado de lo que lo ha estado en esta campaña electoral y lo que lo estará ahora, posiblemente alguien le dijera que ha llegado a su techo electoral con el MODE CRISPATION ON, y empezáramos a tener una oposición constructiva. Pero en vistas de que se aferran al aumento de escaños y de votos, y que en el caso de que decidan a sustituir a Rajoy lo que viene detrás es más y mejor de lo que hemos tenido hasta ahora... no tengo ningunas esperanzas en que la oposición decida cambiar notablemente su estrategia y actitud.

Pero bueno, lo seguiremos viendo.

Anónimo dijo...

A Jon:
No sólo eso, sino que parece ser que Rajoy está preparando su despedida para el próximo congreso del PP, y la que se perfila como sucesora es Esperanza Aguirre.
Ya veníamos diciendo en páginas atrás que la campaña que le han preparado a Rajoy en el partido ha sido una trampa, buscando su fracaso. Y empiezo a creer que las sospechas eran reales y que la Aguirre está detrás de todo.
Por otro lado, a la izquierda no le viene mal eso; al lado de Aguirre, Rajoy es la cara amable del partido. Y España ha demostrado que no quiere derecha extrema.

Anónimo dijo...

Si se observa la sonrisita de Esperanza Aguirre, en el balcón en el que hablaba Rajoy tras la derrota, tras el cristal (donde "teóricamente" no estaba saliendo en las cámaras de TV, o eso creía ella, con lo que no tenía que sonreir para la galería, como Rajoy), si se observa esa sonrisa, digo, se ve la alegría que le dio a Aguirre el resultado del 9M, y quién es el verdadero triunfador en el PP.
La teoría de la conspiración interna en el PP para que Rajoy perdiera las elecciones, cada vez cobra más cuerpo. Y es una teoría conspiratoria con mucha más base que la del 11M. Veremos si Pedro Jota y la loca de la COPE se hacen eco esta vez. Sospecho que no.

Rebelion

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