5 de mayo de 2008

Persecución política en Colombia

Históricamente, los procesos electorales en Colombia han estado marcados por la violencia. La presión de los grupos armados es una de los principales problemas para ejercer el derecho a elegir o ser elegidos representantes de la soberanía popular. Guerrillas, paramilitares, narcotraficantes, militares y caciques locales utilizan todos lo medios a su alcance para seguir ejerciendo el control político. En las elecciónes presidenciales de 1990 fueron asesinados tres candidatos opositores y en los recientes comicios locales y regionales del pasado año, 30 aspirantes cayeron bajo las balas; además, en algunas zonas ganaron candidatos apoyados por políticos vinculados a los paramilitares y se repitieron denuncias de fraudes, presiones y compra de votos.

Pero sin duda uno de los hechos más dolorosos de la historia política del país es el exterminio de la Unión Patriotica (UP), coalición de partidos de izquierda constituida en 1985 a raíz de los acuerdos de paz firmados entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La UP nació para propiciar que los guerrilleros dejaran las armas y defendierans sus ideas a través de un partido político. En las elecciones de marzo de 1986 obtuvo nueve parlamentarios, 18 diputados regionales y 25 alcaldías. En Mayo, Jaime Pardo Leal, su candidato a la Presidencia, logró más de 300.000 votos; cinco meses después lo mataron. La UP se había convertido en un peligro para las élites dominantes y se desató un genocidio político en su contra que aún no ha concluido. Más de 3000 de sus militantes han sido asesinados o desaparecidos hasta el día de hoy a manos del Ejército, la Policía o los paramilitares; entre 2002 y 2007, mandato del actual presidente Álvaro Uribe Vélez, 130 han sido asesinados y 38 más desaparecidos.

En la actualidad, el Polo Democrático Alternativo, fuerza que aglutina a las formaciones de izquierda se ha convertido en el objetivo. El Gobierno le acusa de mantener vínculos con la guerrilla porque defiende una salida negociada al conflicto y los paramilitares han matado a varios de sus militantes porque denuncian sus atrocidades. Pero además, las FARC también les han atacado en ocasiones porque les restan apoyo popular, al demostrar que sin recurrir a las armas es posible defender los cambios profundos que necesita el país.

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