COPE y apostasía

Queridos lectores: venía hace un momento en el coche y me dio por poner "La tarde con Cristina", programa de la COPE dirigido por Cristina López Schlinting. Estaban en una tertulia (esta vez no había ningún invitado de izquierdas) y estaban vomitando contra la apostasía.

Como saben, el Tribunal Supremo le ha dado la razón al arzobispado de Valencia, que se negaba a reconocer, en sus partidas de bautismo archivadas, a los que libremente quieren declararse apóstatas. El argumento de los magistrados es que los documentos de la Iglesia "no son archivos públicos y, por tanto, no tiene base legal exigir que se les anote nada al lado". Es decir, que, esta vez, el juez de turno falla a favor de la Iglesia (no confundir con la sala 2 del TSJA, cuando le dio la razón al colegio concertado Altair, del Opus, que excluye a las niñas -no admitiéndolas- con el dinero de los españoles).

Pero "desfagamos en entuerto". El movimiento por la apostasía en España nunca pidió que anotasen nada junto a las partidas del bautismo; pidió que eliminasen las de aquéllos que no quieren continuar, las de aquéllos que no quieren que su nombre esté vinculado de ningún modo a la institución religiosa de la extrema derecha, es decir, al episcopado español (en realidad, a la Iglesia en general). ¿Cuál es el motivo? Pues aparte de ejercer la propia libertad, deseando desvincularse de la institución y negándose a que ningún dato personal esté a disposición de parroquia alguna, dejar de servir para contribuir (como un número más) a los argumentos eclesiales para sacar el dinero al Estado. Y es que la Iglesia, cuando pretende sacar inmensamente más privilegios que cualquier otra institución religiosa que esté en el territorio del Estado (y tener todas las prerrogativas y derechos ella sola), argumenta que España es un país católico, y que la mayoría de los españoles son católicos.

¿Qué alega para probar eso, y para demostrar las cifras elevadísimas de "supuestos católicos"? Pues no, no alega el número de gente que va a misa los domingos -cada vez menos- (no digamos los días de diario); tampoco alega la cantidad de misas que ha tenido que ir quitando por falta de asistencia; ni la ausencia casi total de continuidad en el sacerdocio (de vocaciones -parece que, ahora, Dios llama menos al sacerdocio-); tampoco alega la cantidad de curas que se están saliendo (ni de teólogos a los que ella misma está expulsando por pensar libre y racionalmente); tampoco alega la enorme cantidad de eventos y encuentros religiosos que se tienen que suspender al cabo del año, por falta de asistencia del personal (pregúntenle a los Cursillos de Cristiandad); ni alega el aumento de matrimonios por lo civil y el descenso de los matrimonios canónicos; ni el número de divorcios (cuyos protagonistas, por propia decisión de la Iglesia, ya no pueden comulgar si rehacen su vida sentimental); ni el número de homosexuales que ya no pertenecen a la Iglesia, sencillamente porque se les ha echado, etc, etc, etc.

Entonces, con tantísimas bajas, ¿de dónde saca la Iglesia esas enormes cifras de "católicos" que hay en España, y que justifican sus reivindicaciones económicas al Estado, en virtud de esa pesadilla llamada Concordato con la Santa Sede (que el PSOE no tiene agallas de revocar de una definitiva vez)? Pues sí, ya lo ha adivinado Vd: del número de partidas de bautismo que viene guardado desde tiempos inmemoriables. Y como no se puede pedir que se rompa la de uno y se tire a la basura (porque no son "archivos públicos", según el TS), pues aquí tenemos Rouco, Cañizares y CIA para rato.

Pero volvamos adonde lo dejamos: el movimiento apóstata pedía que desaparecieran las partidas bautismales y que se borrasen de los ficheros eclesiales los datos de quien libremente lo solicitase. Y fue la Iglesia la que puso chinas en los zapatos, negándose en redondo a ello y ofreciendo, a cambio, poner una anotación o extender una especie de certificado donde constase que Fulano de tal había solicitado la apostasía. Pues se han echado atrás los purpurados. Ya ni eso. ¿Que Vd no desea que la Iglesia tenga dato suyo alguno, por los motivos que Vd tenga? Pues se aguanta Vd, amigo.

¿Qué opina el mismo episcopado del tema? Teniendo en cuenta que ellos permiten que salga en su radio sólo lo que está de acuerdo con sus ideas, les resumo lo que he oído esta "tarde con Cristina":

Luis Herrero (eurodiputado por el PP) ha dicho: "...además, el bautismo, por su naturaleza sacramental, imprime carácter para toda la vida, quiera el apóstata o no, apostate Vd o no. ¿Por qué tiene la Iglesia que escribir ni hacer nada por su apostasía? Apostate Vd, vaya a un notario o lo que sea". Cristina dijo: "¡Qué manía con apostatar! Esto es una moda que están imponiendo". Y otra mujer, cuyo nombre desconozco y que era otra contertulia, afirmó: "Vamos a dejarnos de tonterías. Esto es más de lo mismo: están disfrazando de libertad y de iniciativa individual lo que no es sino otra vuelta de tuerca más en este ataque anticlerical de la izquierda contra la Iglesia. Ahora se trata de animar a la gente a apostatar. A ver qué será lo siguente". Otro contertulio, también desconocido por mí, apostilló: "Ah, eso por descontado. Eso lo sabemos todos; se trata de un plan perfectamente urdido. Y, ahora, como no les ha gustado la decisión del TS, criticarán a los jueces porque les conviene". Y Cristina apuntaló: "desde luego, hay que ver el revuelo que está formando la izquierda con esta decisión judicial. Claro, porque le han dado donde más le duele".

En este punto, mi resistencia tocó fondo y ya no lo pude seguir aguantando, con lo que le di al CD que estaba puesto y dejé la música.

Mientras llegaba a casa intenté comprender el asunto: mis padres, cuando era un bebé me apuntaron a una institución (con toda su buena intención) y, cuando soy adulto, me quiero borrar de la misma y no puedo porque no me dejan. Y todo porque la Iglesia quiere más dinero, más privilegios, más poder y más influencia.

Creo recordar que Jesús, en el Evangelio, dijo: "No podéis servir a dos señores a la vez: o Dios o el dinero".

La Iglesia elige el dinero. Lleva veinte siglos eligiéndolo; aunque sea escupiendo sobre mi libertad individual y mi conciencia ("ese reducto moral sagrado" que dice la doctrina eclesial).