24 de junio de 2008

El congreso

Acabó el Congreso. Y ganó Rajoy. Sin paliativos. Y hasta para los que nos consideramos de izquerdas, eso debe ser una buena noticia, a juzgar por el monumental enfado de Esperanza Aguirre, El Mundo, la COPE y sus locutores y tertulianos de extrema derecha. Mal del todo no debe haberlo hecho el gallego, no: se ha quitado de encima (en un alarde de liderazgo no visto nunca antes en él) todo el lastre que llevaba al PP hacia posiciones cercanas al franquismo. De esta victoria del actual líder de la derecha española podemos sacar algunas conclusiones:

- A juzgar por el ridículo número de los que no le han apoyado, parece ser que, por fin, la derecha rectifica.

- En principio, y puesto que en democracia caben todas las opciones (incluidas las nacionalistas, cosa que parecen olvidar los partidarios del "nacionalismo español"), no es malo que la derecha se convierta a una posición moderada, centrista, razonable y dialogante. Eso nos hace soñar con una oposición seria pero no destructiva y traicionera (como ha prometido el mismo Rajoy).

- Parece que vamos a enterrar el lamentable recuerdo de los obispos y los fascistas, en la calle cada dos por tres, portando banderitas españolas (muchas, con el escudo del águila).

- Parece claro también (y eso sí que nos alegra sobremanera) que la prensa y radio ultraderechistas (Mundo y Cope), y el sector "duro" del obispado, tienen mucho menos predicamento e influencia socal en España del que nos temíamos.

- Pero parece claro también que Zapatero deberá incluir en su agenda política algunos gestos (u "ofensivas ideológicas") que constituyan algún "hecho diferencial" respecto a este nuevo PP, más allá de algunos pasos (relativamente "lights") en materia social. El PSOE necesita marcar la distancia que muestre claras diferencias ideológicas (y que no se conformen con darle la palabra - y y - a los que piensan España de otra manera). Por ejemplo, un paso de gigante hacia el laicismo y hacia una política económica más de izquierdas y más alternativa a la globalización neoliberal, sería un buen comienzo.

Pero este congreso (y su desenlace, previsto y esperado por lo demás) también arrojan algunas preguntas para la reflexión:

- ¿Qué porcentaje de esos diez millones de votos que ganó el PP en las últimas elecciones, será el "defraudado" por el resultado del congreso? o, ¿le será beneficiosa, en la "balanza de pagos", al PP la diferencia de votos que gane de sectores indecisos o de voto cambiante, respecto a los posibles que pueda perder de la extrema derecha?

- ¿Qué porcentaje beneficiará a UPD?

- ¿En qué se notará realmente ese supuesto "centrismo" de Rajoy? ¿Mantendrá EpC, el matrimonio homosexual, la política de inmigración, la ideología de género, la cooperación al desarrollo? En caso negativo, ¿en qué consistirá "el giro": simplemente en que no saldrán a la calle de manifa? ¿Se distanciará definitivamente de los Losantos, Alcaraz, Pedro Jota, Rouco, Aguirre y demás personajes de la ultaderecha?

En fin, realmente son cuestiones que el tiempo irá respondiendo. En todo caso, a la ventaja de esperar una derecha más sensata hay que sumarle la de que cabe deducir, de lo ocurrido en el congreso, un giro del PSOE hacia la izquierda. Si no, los votantes de última hora lo tendrán que echar a cara o cruz.

Y una anécdota: como claro ejemplo del desánimo que cundía esta mañana en los tertulianos de la COPE, baste esta "profundísima reflexión" que hacía uno de ellos: "¿qué se puede esperar de un congreso en el que no se ha visto lucir ni una sola bandera de España?". Pues eso. ¡Qué bonitooooo!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero si Rajoy pierde las vascas, las gallegas y las europeas, ¿llegará vivo a las próximas generales? ¿Y quién sería el sucesor? ¿no puede ser peor el remedio que la enfermedad?

Rebelion

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