27 de abril de 2008

Comités de ética sanitarios

La Comunidad de Madrid, por medio de su presidenta Esperanza Aguirre, ha llegado a un acuerdo con la Conferencia Episcopal por medio del cual, los sacerdotes capellanes de los hospitales de la Comunidad madrileña van a formar parte de los "comités de ética" de los mismos, y decidirán, por ejemplo, acerca de los ciudados paliativos a enfermos terminales o sobre abortos en caso de violación.

No será, así, competencia exclusiva de los profesionales sanitarios dicha toma de decisiones, sino de las creencias religiosas del sector más reaccionario de la Iglesia. Dicho en otras palabras, que los sacerdotes decidirán por los enfermos y familiares si aquéllos "deben seguir sufriendo" (supongo que para "expiación de sus pecados").

Esto es sencillamente intolerable, absolutamente impropio de un Estado moderno democrático. ¿Quién es un cura para decidir sobre mi salud, mi dolor o mi vida? Si los españoles hubiesen querido esto, habrían votado al PP. Pero aquí tenemos, una vez más, otra muestra del "talante democrático" de la "liberal" Aguirre que, no contenta con armar la zapatiesta dentro de su propio partido, ahora la emprende contra la libre decisión de los enfermos y contra la responsabilidad de los profesionales de la medicina. Pero, sobre todo, deja evidencia de las dudas que nos provoca su "ideología liberal": se ve a las claras que ella no cree en más libertad que en la de los grandes capitales (como todo liberal, por lo demás).

Y esto ocurre gobernando el PSOE. ¿Qué nos depararía un gobierno de la derecha? Me temo que, por ejemplo, los profesionales de la educación podríamos empezar a echarnos a temblar ante la posibilidad de que inventasen un comité de ética para los institutos de Secundaria, liderados por un cura, para controlar "la perversión ideológica" que se desliza en las clases, para velar por el orden y los "valores" (ésos que Dios revela directamente al Papa y los obispos).

Más allá del gravísimo atentado contra la esencia de la democracia (que esta medida supone), esta nueva vuelta de tuerca de la "cristiana" Aguirre pone de manifiesto la urgencia y perentoriedad del debate sobre el laicismo. Ya a finales del siglo XIV, Lagarde señaló, como esencial carcaterística del naciente Renacimimento, "la laicización del sistema político europeo". Y todos los pensadores de aquella primera "pre-ilustración" (y propulsores del Estado moderno) abogaron por la separación de Iglesia y Estado: la primera debería dedicarse, en palabras de Agustín de Hipona, a la "ciudad de Dios", mientras que el segundo debería hacerlo de "la ciudad de los hombres". Sí, estamos hablando de hace casi siete siglos.

Pero ZP (que, por lo demás, ha demostrado agallas suficientes en un montón de cuestiones) no las tendrá para plantear este debate, y mucho menos para ejecutar sus consecuencias (por mucho que seamos cada vez más los españoles que lo reivindicamos).

Desde esta página exijo una política acorde con los tiempos que corren (que perfectamente habría apoyado el Concilio Vaticano II, que Ratzinger se ha encargado ya de enterrar definitivamente). Y si no se "aggiorna" la Iglesia, debe hacerlo el Gobierno (al menos, mientras sea de izquierdas). Si no, nos tendremos que tragar todas estas barrabasadas propias de la "colaboración" entre gobernantes y purpurados, que siguen empeñándose en salvarnos, aún en contra de nuestra propia voluntad.

Hay ciertos sectores progresistas de la izquierda que mantienen que el debate por el laicismo impulsado por IU (y seguido muy tímidamente por el grupo Prisa) es "anacrónico, demagógico y decimonónico". "Decimonónico" dicen. ¿Y esto del pacto Aguirre-Rouco no es decimonónico? Pues, a decir verdad, no: es medieval, "australopitecus", teocrático.

No hay comentarios:

Rebelion

Web Analytics