14 de abril de 2008

Las dos colombias

Existen dos Colombias. Una es la que se proyecta en el exterior como la democracia más estable de Latinoamérica a pesar del narcotráfico y del terrorismo, con elecciones formales cada cuatro años; la que goza de una moderna Constitución que consagra los derechos fundamentales; la que ratifica todos los convenios internacionales sobre derechos humanos y una de las naciones del mundo con mejores condiciones de hacer negocios.

La otra, la real, es la que sufren diariamente la mayoría de los colombianos sometidos a unas condiciones de vida deplorables (las estadísticas más benévolas sitúan a la mitad de la población en la pobreza) y a una violencia que en el comienzo de este siglo alcanzó la cifra de veinte personas muertas cada día.

En Colombia confluyen una serie de factores que hacen del país una excepción en el contexto latinoamericano y un punto de interés en el escenario internacional:

a) En primer lugar, su situación geográfica y sus riquezas naturales la han convertido en objetivo codiciado.

b) Otra característica singular del país en la fuerte respuesta social que ha habido frente al autoritarismo de los gobierno de turno.

c) Al mismo tiempo, hay que destacar que la confrontación política en Colombia se ha expresado también mediante la lucha armada lo que supone un hecho ineludible a la hora de trazar el futuro del país.

d) Además, existe un cuarto elemento fundamental a tener en cuenta: a partir de los años 80 el narcotráfico ha jugado un papel clave en la vida nacional y en el escenario internacional (abastece el 90% de las necesidades del mayor consumidor mundial: Estados Unidos)

La combinación de estos cuatro elementos -situación estratégica, resistencia social, lucha armada y narcotráfico- ha desencadenado un quinto que en buena medida es la causa, al menos en el siglo XX y en lo que va corrido de éste, de muchos de los males que padece: la ingerencia del vecino del norte. Estados Unidos ha hecho de Colombia la punta de lanza de sus intereses en la región, “una suerte de Israel sudamericano, esto es, una base de operaciones militares -asegura el sociologo Atilio Borón- desde la cual monitorear los más diversos procesos políticos, económicos y sociales en curso en el corazón mismo de América del Sur”, especialmente en la coyuntura actual en la que opciones democráticas contrarias a la política estadounidense gobiernan varios países de la zona.

1 comentario:

José Miguel Roso Ponce dijo...

Lo peor de todo es que tal y como aparece en eeste artículo http://www.lukor.com/not-por/0804/16131751.htm
a Uribe solo le importan (si es que le importan algo) las víctimas de las FARC. La de los paramilitares como son muertos de grupos de ultraderecha importan menos. Volvemos a estar igual: gente del pueblo, campesinos, ciudadanos de a pie, de la calle víctimas de una locura mediatizada y manipulada según la ¿ideología? de quien aprieta el gatillo. Colombia lleva desangrándose por dentro 40 años y destrozando en el exterior millones de familia por la lacra de la droga.

Rebelion

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