1 de noviembre de 2010

Crímenes de guerra impunes

No dejan de repetirlo: nosotros buscamos la justicia y la libertad, la democracia y los derechos humanos. Así, centros financieros omnipotentes, que salen a proclamarlo a pantallas mediáticas por medio de sus gobiernos y políticos.

Y, luego, van y hacen declaraciones de guerra, invaden países ajenos, se apropian de sus bienes y explotan sus recursos. Durante la operación, su ética real es la que ahora Julian Assange ha aireado ante el mundo entero: apadrinan ejércitos oficiales y escuadrones de mercenarios, los pagan, les encomiendan actividades y objetivos de domesticación y sometimiento de los invadidos, atacan la resistencia (para ellos terroristas) con todos los medios: matan miles y miles de civiles, torturan, vejan y maltratan, deportan caravanas inmensas de hambrientos, bombardean sistemáticamente, arruinan pueblos enteros y esto lo llevan anotado, bien registrado, pero su imperativo “ético” les exige ocultarlo, mentirlo y negarlo cuando escasos enemigos periodistas o agencias lo contradicen.

Ahora, en virtud de no sé que ética, reprueban y quieren aniquilar al hombre que los ha hecho temblar mediante la publicación de sus casi cuatrocientos mil documentos secretos. Secretos, claro, para encubrir la propia iniquidad, amparar la seguridad de quienes están defendiendo sus malvados intereses y conmovernos a todos de que, con tan escandalosa filtración, pone en riegos nuestras vidas. En riesgo o no, a ellos no les preocupa haberse cargado ya la vida de decenas y decenas de miles de personas, en más de un 8º% civiles. ¡Ah, pero ellos lo hacen por la democracia y los derechos humanos!
(Benjamín Forcano. Sacerdote y teólogo expulsado de Los Claretianos por la jerarquía católica. El Páis, 26 de Octubre)

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