9 de noviembre de 2010

El abrazo del vicedios y el hereje

Prisciliano
Al final resultó que no era una visita de Estado, que se trataba de una operación de marketing, de promoción, para vender Galicia a los turoperadores y lograr que 150 millones de televidentes oyeran hablar catalán. Nada nuevo. ¿Acaso no contrató la Generalitat valenciana a Julio Iglesias, que da más el cante que Ratzinger, para la promoción de su comunidad, echando mano incluso de facturas falsas? Hasta a Mariano Rajoy le pareció encantador escuchar la vocecita amadamada del vicediós utilizando esa lengua que tanto detesta.

Los seis millones del erario público invertidos en la campaña de publicidad serían multiplicados, como los panes y los peces (es una habilidad que, misteriosamente, conservan desde hace unos 2.000 años), en beneficio de la sociedad española, sin contar con los miles de almas que Susan Tidad ha rescatado de las garras del Maligno con sus oraciones. Mirado desde este punto, ha salido barato: algunos golfistas, jugadores de fútbol y de baloncesto cobran el doble al cabo del año, y tocan mucho menos las pelotas.

Él sabe, como yo, y como la comunidad de historiadores, que en Santiago de Compostela no pueden estar los huesos de ningún apóstol. Para colmo, parece más probable que los restos correspondan a Prisciliano ¡un hereje ajusticiado en la ciudad alemana de Treveris en el año 385! ¡Le ha rezado a un hereje que lleva más de dieciséis siglos ardiendo en los infiernos, y sin un vaso de agua con el que refrescar su tormento!

Toda una historia de promoción, que ha enriquecido las arcas vaticanas más todavía que el mito de los Reyes Magos, merecería un gesto de generosidad por parte del vicediós.

Santidad, recuerde, hay que repartir. Devuélvale al pobre Prisciliano una parte de los beneficios.
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Meditación para hoy:

Estoy empapado.

Le pagamos una costosísima campaña de publicidad porque los seminarios se le han quedado desiertos y ve peligrar la subsistencia de su industria.

Se entromete en nuestra política interior, saltándose los más elementales principios de cortesía.

Con nuestro dinero hace campaña electoral a favor de la derecha, declarando injustas leyes aprobadas democráticamente en el Congreso de los Diputados, como la ley del aborto o la que permite el matrimonio entre homosexuales.

Hace apología encubierta del golpismo, comparando el anticlericalismo actual con el de la España de la preguerra, un anticlericalismo que fue eliminado a sangre y fuego por una guerra en la que su Iglesia criminal colaboró con entusiasmo.

Ha venido a predicar la preeminencia de la fe (en un ser que sólo existe en la fantasía) sobre la razón.

Ha venido a hablar de justicia y de evangelización de la España laica un farsante que resulta ser la cabeza visible de la religión que ha provocado más guerras y muertes a lo largo de la Historia.

Estoy empapado. Y triste.

(Manolo Saco. Público)

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