6 de noviembre de 2010

San Josemaría...

Sanjosemaría es como la gente del Opus Dei (y los católicos más ultra) llaman a Josemaría Escrivá de Balaguer, el fundador de esa secta llamada, humildemente, "la Obra de Dios" (Opus Dei).

Desde luego, a mí no me sale decir San Josemaría sin que me entre la risa floja (casi tanto como me entraría si tuviera que decir San José María Aznar), pero la Iglesia Católica Apostólica Romana sí que canonizó a Escrivá, pues le debía bastantes favores a la secta (aparte de comulgar ideológica y teológicamente con Escrivá, claro).

Los principales méritos que hizo Josémaría (no confundir con Aznar ni con Del Nido) para ser "santo" fueron:

Oponerse al Vaticano II (porque éste quitaba privilegios a la clase sacerdotal y episcopal y otorgaba más poder y participación a los laicos); exigir que la misa siguiera siendo en latín y que sólo los curas pudieran dar la comunión; y fundar una secta (llamada Prelatura, porque es la única de toda la Iglesia mundial que no depende de los obispos, sino de ella misma -ahí es nada el privilegio que le concedió Roma-) elitista que captaba a sus miembros de entre la cren de la cren económica, política y social (muy cristiano, como vemos): el Opus Dei.

Otro de los rasgos que le valieron a Escrivá la santidad fue su "humildad": preguntado sobre en qué se diferenciaban los del Opus de los restantes cristianos, Escrivá respondió que "todos son farolas que alumbran, pero los del Opus alumbran más". También recordamos, como ejemplo de su humildad, el cabreo que cogió en cierta ocasión porque no le concedieron un ducado que él decía que le pertenecía. Quería ser "Duque Josemaría", imprescindible para ser santo, como todos sabemos.

Otro rasgo de su santidad era su extrema sencillez apostólica. Un escrito suyo afirmaba:
"En cierta ocasión iba yo en el metro de Madrid. Pues éste frenó y yo choqué con el demonio en forma de obrero, que me dijo:
-Burro.

Y yo le respondí:
- Sí, pero burro de Dios".
Ya me decís si es enternecedor o no.

Pero hay una anécdota que, probablemente, haya sido su mayor mérito para recibir el título de santo: estando en Roma, y preguntado sobre la Guerra Civil española, afirmó (delante de algunos prelados de la Curia Vaticana): "desde luego, si se volviera a declarar una guerra como aquélla, los cristianos tendríamos la obligación de coger el fusil y matar rojos. Y yo sería el primero en cogerlo. Si la Iglesia es atacada por los rojos, tenemos el deber de defenderla...matando si es necesario".

Mérito insuperable, como vemos.

Esto último sí me parece una semejanza (aparte de la afición por la misa y por los ricos) con el otro Jose María (el Aznar). Éste también participó en otra matanza: la del imperio yankee de Bush Jr en Irak. Sólo que, en esta ocasión, en ver de matar rojos consistió en matar moros en la misión "justicia divina" (también enemigos de la Iglesia, como sabéis).

¿Para cuándo la canonización de ese ejemplo cristiano llamado Aznar? Eso posiblemente sólo la gente del Opus pueda saberlo (muchos de ellos, por supuesto, miembros del PP como no podía ser de otro modo).

Si es que la cabra siempre tira al monte.

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