"Al recordar la historia nos encontraremos seguramente con hechos que marcaron el tiempo y con personas relevantes. En muchas ocasiones tendremos motivos para dar gracias a Dios por lo que se hizo y por las personas que actuaron; y probablemente en otros momentos ante actuaciones concretas, sin erigirnos orgullosamente en jueces de los demás, debemos pedir perdón y reorientarnos, ya que la “purificación de la memoria”, a que nos invitó Juan Pablo II, implica tanto el reconocimiento de las limitaciones y de los pecados como el cambio de actitud y el propósito de la enmienda".Estas palabras pronunciadas por Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en su discurso inaugural de la XC asamblea plenaria de obispos, han sido celebradas en muchos medios como una tímida petición de perdón hacia la actuación de la Iglesia en "el decenio de los treinta".
Dos días después el silencio por parte del resto de obispos y de la derecha católica es pasmoso. No podía expresarse de mejor manera cuán lejos están la Conferencia Episcopal y los católicos conservadores de su presidente, que debiera ser su pastor. Nada podía reflejar mejor la situación de golpe de estado "de facto" en la que se encuentra la asamblea de obispos por patrte de Rouco Varela, Cañizares y Martínez Camino.
Las palabras de Amigo Vallejo, cardenal y arzobispo de Sevilla cercano al círculo de Ricardo Blázquez, señalando que el presidente de la Conferencia Episcopal hablaba a título personal, no hacen sino reforzar esta sensación.
Desde aquí celebramos las palabras, aunque tímidas, de Blazquez, pero lamentamos que no sean asumidas por la aorganización que él preside.
También se habla de esto en Otro mundo es posible.
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